La firma norteamericana IBM se encuentra desarrollando un sistema electrónico, enfocado al ámbito publicitario, que utiliza los datos de chips RFID alojados en sitios tales como tarjetas de crédito y teléfonos celulares para poder distinguir a sus portadores, obtener detalles sobre sus hábitos de consumo y gustos particulares y así poder interpelarlos con una publicidad completamente personalizada desde pantallas digitales en espacios públicos.
Los chips RFID (siglas de Radio Frequency IDentification; en español, identificación por radiofrecuencia) es un sistema de almacenamiento y recuperación de datos que usa tags (es decir, etiquetas) de tecnología RFID. Estos chips son similares a los códigos de barras que identifican a los diferentes productos del mercado pero a la vez son superadores ya que permiten guardar información y transmitir la identidad del objeto que lo porta mediante ondas de radio. Estos tags están hechos de silicio y pueden transferir los datos por lectores infrarrojos.
Este tipo de tecnología fue y es utilizado por empresas que pretenden un mejor control de sus activos como así también poder identificar pérdidas y robos (integrado con otras tecnologías como video o sistemas de localización). En la actualidad, IBM se alió al mundo publicitario uniendo los RFID con una idea basada en el libro de ciencia ficción “Minority report”, escrito en 1956 por el ya fallecido autor Phillip Dick (guión que casi 50 años más tarde tomaría el director Steven Spielberg para realizar el film de mismo nombre). En este thriller policial-futurista, era llamativo cómo la tecnología en general, y en el caso de nuestro interés las publicidades, le hablaban al personaje en forma directa, utilizando su nombre y apellido y refiriéndose únicamente a él cuando pasaba por delante del soporte electrónico. Evidentemente la ficción se hizo realidad.
Pero no todo es positivo: en cierta manera, también es una invasión a la privacidad e intimidad. Es decir, por el sólo hecho de comprar cualquier producto, este sistema revela no sólo información sobre la persona que transita libremente sino también el paradero del comprador; esto llevó a duras críticas de todas partes del mundo a este nuevo tipo de publicidad exterior. Vale aclararse que no hay ninguna corporación pública global que gobierne las frecuencias usadas para RFID; cada país puede fijar sus propias reglas (en Argentina, quien se encarga de esta temática es la Comisión Nacional de Comunicaciones).
De todas maneras, el poder de este tipo de soportes es innegable (más aún en sitios tales como shoppings, supermercados o espacios cercanos a otros paseos de compras) La publicidad llegaría directamente y de forma llamativa hacia consumidores, no ya con mensajes generales sino ahora personalizados y relevantes para ellos; un mensaje “hecho a medida”. Esto es importante teniendo en cuenta el nivel de saturación y contaminación visual que uno encuentra en la vía pública.
Planificadores que trabajan incesantemente en seleccionar medios, medir variables y manejar datos de diversas investigaciones, no deberían dejar pasar un avance tecnológico de esta magnitud en el mundo de la publicidad.
Investigación de Ezequiel Vega y equipo.
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