A esta altura de los acontecimientos aprecio que se dan situaciones de hecho:
1. Una toma sostenida y de intensidad aparentemente creciente. Frente a la toma como un hecho fáctico...
* Los docentes (que no son parte actora de la toma) no pueden hacer otra cosa que manifestar su opinión (a favor o en contra).
* Los alumnos sí pueden oponerse fácticamente a sus "pares" tomadores (me cuesta llamarlos así, porque distan mucho de ser pares de quienes sí están interesados en sus estudios). Aquellos que concurrieron a la asamblea del martes 28 son un ejemplo de ello.
2. Una pérdida real de clases y contenidos, y un riesgo potencial de pérdida del cuatrimestre, contra el cual los docentes si pueden hacer algo:
* Estando o no de acuerdo con la toma, seguir dictando clases como si la Facultad funcionase normalmente. Esto es lo que no hacen mis cátedras (porque la Facultad no funciona ni normalmente ni anormalmente, sencillamente no funciona legalmente, no está gestionada por quienes legalmente corresponde que la gestionen).
* No reconocer la "legalidad" de la toma, pero arbitrar los medios para que, sin admitir la "autogestión estudiantil", los estudiantes no se vean finalmente perjudicados y no pierdan sus cursadas. Este es el criterio de mis cátedras. Pero debe tenerse en cuenta que las soluciones que estamos buscando serán muy diferentes si la toma cesa más o menos en breve, si se prolonga por más tiempo pero cesa antes de finalizar el cuatrimestre, o si continúa indefinidamente. Y también debe considerarse el hecho de que los medios, sean los que sean, están sólo parcialmente al alcance de los docentes, porque no existe gestión administrativa en la Facultad (como expresé en una carta anterior, las notas no existen mientras no constan en un acta).
En síntesis: nos oponemos enfáticamente a a la toma, pero nos oponemos, también enfáticamente, a permitir que quienes quieren estudiar atraviesen un cuatrimestre en blanco. Y nos preocupa encontrar los medios para que esto no suceda.
Un saludo cordial,
Jorge Lipetz