Uno de los casos
más emblemáticos es el proceso de reconstrucción de imagen que realizó BP tras
el vertido de petróleo. Cuando la marca BP se abocó al desastre publicitario
detonado por el derrame en el Golfo de México (que mermó su imagen entre los
consumidores locales) su primer objetivo fue recuperar su reputación e invirtió
más de u$s100 millones, que en su mayoría fueron a parar a la televisión,
aunque fue significativa su inversión de u$s57.000 mensuales en el buscador.
La afirmación fue
realizada en un informe publicado por la revista AdAge, quien investigó dónde
destinan el dinero las grandes empresas a la hora de definir los gastos
publicitarios y por qué eligen ciertos soportes sobre otros.
“Google se
convirtió en el control remoto del mundo, es la primera parada antes de la
televisión”, dijo a Ad Age, Will Margiloff, consejero delegado de Innovation
Interactive, una división de Dentsu. Según el informe de AdAge, 47 anunciantes
gastaron más de u$s1 millón en junio, mientras que 71 rozaron los u$s500.000 y
357 destinaron entre u$s100.000 y u$s500.000 al posicionarse en Google.
Uno de los factores
que más llaman la atención sobre el sistema de los anuncios patrocinados es su
oscuridad, ya que se estima que muchas marcas están comprando posiciones allí,
pero es difícil presentar unas estadísticas dado que el mismo sistema
descentralizado de Adsense hace que cada compra sea muy sencilla y se pueda
realizar por Internet pero que la evaluación del conjunto sea una
incógnita. Google estima que prima la confidencialidad del trato con sus
clientes, por lo que no aporta datos sobre las partidas específicas asociadas a
nombres concretos de anunciantes.
Sin embargo, medios
especializados estadounidenses aseguran que el gran inversor local es la
telefónica AT&T, que invirtió cerca de u$s8 millones en Adwords en junio,
pero gigantes como Kodak o GM también reciben facturas millonarias del
buscador.